En el imaginario colectivo, llevar la batuta en una orquesta ha sido tradicionalmente “cosa de hombres”. La historia de grandes orquestas o de grandes eventos musicales nos muestra como la presencia de la mujer sobre la tarima ha sido accesoria y con escasos referentes. Pero en la actualidad son muchas las mujeres que se están subiendo a la tarima y que, fruto del empuje, la vitalidad y un gran trabajo, están desarrollando carreras profesionales de enorme valía.
En esta ocasión, os traemos a Lara Diloy. La joven madrileña, titulada superior en trompa y en dirección de orquesta, de la misma manera que se pone frente a grandes orquestas como la Barbieri Symphony Orquestra, la Oviedo Filarmonía, la Bilbao Orkestra Sinfonikoa, la Joven Orquesta Nacional de España o la Varna Philharmonic Orchestra, funda el coro de voces blancas Sinan Kay en Alcorcón, la ciudad donde se formó y donde creció musicalmente. Además, desde su fundación, es coordinadora de la Asociación Española de Directores de Orquesta (AESDO).
Excelencia profesional, compromiso o labor pedagógica son algunos de los fundamentos en los que se apoya la carrera de Lara Diloy que muestra como la dirección de orquesta es también y cada vez más, un espacio de mujeres.
Tu primera formación musical fue como trompista, acabando muy joven los estudios superiores de este instrumento. De hecho, parte de tu carrera musical ha sido como intérprete y docente. ¿Cómo diste el salto a la dirección de orquesta?
En mi caso siempre he disfrutado de hacer música en grupo, y he sentido la orquesta como un espacio propio. Cuando terminé los estudios de trompa sentí la necesidad de seguir completando mi formación musical. Vi en la dirección el mejor camino para ampliar mis conocimientos y continuar desarrollándome en el ámbito que me hacía más feliz.
Durante varios años compaginé la docencia y el trabajo en diferentes orquestas mientras finalizaba la carrera de dirección en el conservatorio. Unos años después, me di cuenta de que aquella vía para seguir aprendiendo se había convertido en mi pasión y decidí que era el momento de apostar de lleno por ella, dedicando a la misma todo mi tiempo.
¿Qué te hizo tomar esa decisión y hacer ese viraje profesional?
Al terminar los estudios superiores de dirección de orquesta tuve la oportunidad de colaborar como asistente con diferentes maestros, lo que me permitió conocer mejor la profesión desde dentro. Así, se hicieron más presentes las ganas de comunicar la música desde mi perspectiva y no a través de las propuestas de otros.
Además me apasiona liderar equipos e intentar sacar lo mejor de las personas con las que trabajo. Todo ello me llevó a querer dirigir profesionalmente y, con la implicación que requiere nuestro trabajo, tomé la decisión de escoger este camino.
¿Quiénes han sido tus grandes referentes en el ámbito de la dirección y qué piensas sobre la escasez de mujeres directoras?
Son muchos los profesionales a los que admiro profundamente, citaré a algunos de los grandes como Carlos Kleiber, Claudio Abbado, Leonard Bernstein o Maris Jansons… Pienso que de cada director hay cosas que aprender, y analizar las diferentes formas de dirigir nos puede llevar a incorporar aquello que esté en sintonía con nuestro propio lenguaje y forma de comunicar, creando una identidad propia. En cuanto a figuras más cercanas, para mí es un referente el maestro Óliver Díaz, alguien con el que llevo varios años trabajando y al que admiro muchísimo.
En nuestro caso, la presencia de mujeres en el entorno de la dirección es escasa. A pesar de eso, poco a poco nos estamos incorporando en mayor número al mundo profesional y se van dando más casos de titularidades femeninas. Algunos ejemplos destacados son figuras consagradas como Marin Alsop o Sussana Mälkki, y otras más jóvenes como Mirga Grazinyte-Tyla o Elim Chan, que son magníficas profesionales y tiulares en orquestas reconocidas a nivel internacional. Es una cuestión de tiempo que la presencia de directoras en las orquestas sea significativa y comience a normalizarse. Hay que celebrar cada logro en este sentido y dar visibilidad para que podamos ver los frutos de esa progresión cuanto antes.
Actualmente eres la principal directora invitada de la Barbieri Symphony Orchestra. ¿Podrías contarnos cómo surge esta propuesta musical y cuáles son los proyectos por los que apuesta?
La Barbieri Symphony Orchestra surge de la necesidad de abrir el mundo laboral a una de las mejores generaciones de músicos que ha formado nuestro país. En un momento en que las plazas de las orquestas ya estaban ocupadas y quedaba un tiempo para la renovación de las mismas, decidimos apostar por la creación de una orquesta que diera la posibilidad de tocar juntos a jóvenes que acababan de pertenecer a orquestas como la Joven Orquesta Gustav Mahler, la EUYO o la JONDE. Junto a ellos he debutado en escenarios como el Teatro Real o el Teatro de la Zarzuela y, a día de hoy, mantenemos nuestra actividad con varios proyectos a lo largo del año en los que colaboramos con diferentes instituciones, interpretando música sinfónica, repertorio lírico o música de cine. Calidad y juventud son nuestros valores principales.
Además de la Barbieri Symphony Orchestra también has dirigido otras formaciones como la Bilbao Orkestra Sinfonikoa, la Oviedo Filarmonía, la Joven Orquesta Nacional de España o la Orquesta Filarmónica de Varna. ¿Cuál es la acogida de las diferentes formaciones a una directora joven?
Las orquestas profesionales están acostumbradas a trabajar con directores de distintos perfiles y se adaptan a cada uno de nosotros, trabajando en equipo para dar lo mejor en cada concierto. Creo que lo más importante es atender a lo principal, la música, y generar un ambiente y sistema de trabajo adecuado, desde el profesionalidad y el respeto.
Cada agrupación tiene su propia identidad. En mi caso solo puedo tener buenas palabras para las instituciones con las que he tenido la oportunidad de trabajar, pues la acogida ha sido siempre cálida y amable.
Por ejemplo, con la Bilbao Orkestra Sinfonikoa interpretamos la séptima sinfonía de Beethoven en un concierto extraordinario que pudimos disfrutar muchísimo, y junto la Oviedo Filarmonía diseñamos un espectáculo didáctico titulado “Vive tu orquesta” en el que incluimos obras de W.A. Mozart, G.Bizet o B.Bartók con el que pudieron disfrutar un gran número de niños y jóvenes. Además de repertorio sinfónico, también he dirigido ópera y zarzuela y, en cada ocasión, me he sentido muy cómoda y arropada por grandísimos profesionales.
Desde su fundación, formas parte de la junta directiva de la AESDO (Asociación española de directores de orquesta) como Coordinadora. ¿Cuál es la misión con la que nace y cuál es el trabajo que desarrolla?
Para describir el sentido de AESDO voy a citar las palabras de nuestro presidente, el maestro Cristóbal Soler, que presenta así nuestra asociación: “Nacemos con la filosofía de que los más grandes presten la mano a los más noveles, de aprender de quienes ya han llegado a la cima y de escuchar muy atentos a quienes siguen ascendiendo hacia ella, de cooperar, en fin y todos juntos, a la mejora constante de nuestra profesión de directores de orquesta”.
Estos meses de dificultad han hecho que le demos un impulso a nuestra actividad, centrándonos en varias líneas: la divulgación y creación de espacios junto a figuras de referencia en torno a la profesión, la creación de diferentes actividades de impulso al colectivo (cursos, concursos, simposios y colaboraciones con entidades orquestales), y la creación de sinergias con otras asociaciones e instituciones musicales y culturales con las que colaborar y generar espacios conjuntos de trabajo.
Junto a mi compañera Isabel Rubio hemos creado “AESDO en Directo”, un espacio a través de las redes sociales para conversar con grandes Maestros nacionales e internacionales y profesionales relacionados con la dirección de orquesta, entre los que hemos tenido la suerte de contar con Pablo Heras-Casado, Raquel Rivera, Nicolás Pasquet, José Manuel Zapata o Pilar Rius. Además, hemos llegado a un acuerdo con Déjate de Historias TV para emitir “Acércate”, un espacio de divulgación que presento desde hace algo más de un año, en el que descubrimos aspectos muy interesantes de la dirección de orquesta a través de encuentros con directores jóvenes y consagrados.
En Alcorcón, la ciudad que te ha visto crecer, has fundado el Coro Sinan Kay, un proyecto en el que se vertebran varias agrupaciones formadas principalmente por niños y jóvenes y que ya han tenido varios reconocimientos. ¿qué te ha llevado a desarrollar esta actividad musical en tu ciudad? ¿Cuál es tu opinión sobre la importancia de una educación musical desde la infancia y qué te aporta a ti como directora trabajar con alumnado de esta etapa?
Sinan Kay fue la forma de dar continuación a una agrupación infantil que surgió en el seno de la Escuela Municipal y Conservatorio Profesional de Música “Manuel de Falla” de Alcorcón, en mi etapa como docente. Era un pequeño coro que, en apenas cuatro años y medio, ha tenido un crecimiento exponencial. El trabajo que hemos realizado nos ha llevado a obtener varios premios en concursos nacionales e internacionales, y a debutar junto a la Orquesta y Coro de Radio Televisión Española o en producciones líricas del Teatro de la Zarzuela.
Formar un proyecto así en tu propio municipio tiene un significado y una implicación especial. Por un lado es una manera de devolver lo que la ciudad me ha dado, ya que si no hubiera sido por la formación que he recibido en Alcorcón a día de hoy probablemente no sería músico profesional. Por otro lado, existe una gran implicación con los coristas y con el entorno, pues es algo que sientes como propio y lo cuidas con muchísimo cariño.
Trabajar con niños y jóvenes tiene muchos puntos a favor, entre otros hace que nuestra creatividad esté siempre a punto, además de desarrollar habilidades como la empatía o la paciencia que tanta falta hacen cuando te pones delante de una orquesta profesional. La música es una actividad de un valor incalculable que permite el desarrollo de habilidades de todo tipo (motrices, intelectuales, sociales…), además de tener un beneficio terapéutico tanto a nivel corporal como psicológico, cuestiones fundamentales en nuestro día a día.
Aprender, practicar y disfrutar de la música no solo es importante en la infancia, sino altamente recomendable a cualquier edad. Como decía antes, la música es realmente valiosa, pero en cierta medida su aportación tiene poca presencia en nuestro entorno. Hay que educar para que la sociedad sea consciente de todo lo que la música nos da y ponerla en el lugar que debe ocupar dentro de la misma. En este sentido somos nosotros, los propios músicos, los primeros que tenemos que dar pasos para que suceda.
Más información sobre Lara Diloy: www.laradiloy.com