La AMM tuvo el privilegio de coordinar el monográfico LUCES de la compositora Alicia Díaz de la Fuente el 6 de Diciembre de 2019, donde el Ensemble Opus 22 interpretó 8 obras de la compositora madrileña. En este evento contamos con la inestimable ayuda y organización del Aula de Música de Alcalá de Henares y un lleno absoluto de público.
En esta interesante entrevista que Alicia nos concedió con motivo del proyecto, nos habla de su obra, su pensamiento y su experiencia en el ámbito de la docencia.
En primer lugar, Alicia, ¿cómo surge la colaboración musical con el Ensemble Opus 22?
La primera relación que tuve con los miembros del Ensemble Opus 22 fue docente. Tuve el privilegio de tenerles en mis clases de Análisis Musical en la Facultad de Música y Artes Escénicas de la Universidad Alfonso X El Sabio. Cuando ya habían finalizado la carrera contactaron conmigo para comunicarme que deseaban ofrecer un monográfico de obras compuestas por mí. Fue una sorpresa y alegría inmensa, ciertamente. El proyecto se fue desarrollando hasta culminar con el concierto que ofrecieron el pasado 6 de diciembre de 2019 en el Auditorio del Aula de Música de la Universidad de Alcalá de Henares. Fue un concierto magnífico porque por un lado los intérpretes tienen un altísimo nivel, pero, además, su entrega y compromiso hacia la música no puede ser mayor.
Tu formación musical es muy poliédrica, ya que eres Doctora en Filosofía, intérprete de órgano, profesora de Análisis y Composición (Catedrática en el RCSMM) y activa compositora. Cuentas, además, con diversos premios y multitud de estrenos y encargos en tu haber. ¿Qué te han aportado cada una de las anteriores facetas y qué aspectos consideras complementarios o imprescindibles dentro de tu vivencia musical?
Todas esas actividades integran mi vida e interactúan entre sí. La filosofía me ha ayudado a mirar la vida en general y el arte en particular con mayor hondura; el estudio del órgano me ha permitido de algún modo pensar la música desde el timbre, pues registrar una obra puede llegar a ser una tarea semejante a instrumentarla. Además, los registros del órgano permiten al creador una noción singular del fenómeno acústico, dada la naturaleza del instrumento.
Finalmente, la docencia me ha enriquecido muchísimo porque llevo más de veinte años impartiendo análisis musical y analizar música es, desde mi punto de vista, una de las mejores maneras de aprender, pues nos da la oportunidad de recibir lecciones de los grandes compositores de la historia.
Más recientemente mi labor como profesora de Composición me está abriendo nuevos horizontes. Interactuar con jóvenes compositores obliga a replantearse continuamente la materia sonora; el mero intento de responder a las preguntas de los estudiantes es, en sí, una fuente de aprendizaje constante.
Pero, en último término, todo acaba siendo parte de un mismo camino que confluye en la creación. La creación es el punto de partida y, al mismo tiempo, forma parte indispensable de mi horizonte vital.
Podríamos decir que tu música tiene un enorme componente poético hasta en los títulos de las obras. De hecho, el uso de la palabra dentro de las obras y la colaboración con algunos poetas como Rafael Santos es habitual en tu producción. ¿Qué te lleva a esa necesidad que, plasmada en un contexto musical, genera una simbiosis verdaderamente especial?
A veces digo que mi corazón se divide entre la música y la poesía. Me parece que puede llegar a ser tan fascinante jugar con los sonidos como con las palabras. La poesía me resulta siempre sugerente, es para mí, sin duda, un estímulo creativo constante. Por eso se filtra tantas veces en mi música, sea de un modo explícito -a través de la voz-, sea de un modo implícito como mero acompañamiento al acto creativo.
Y, efectivamente, la poesía de Rafael Santos Barba –un poeta magnífico- estimula una y otra vez mi imaginación: En el azul, para orquesta, Siluetas sobre fondo de silencio, para grupo de cámara, o Color de invierno, para saxofón –por citar solo algunas- son obras que han nacido al calor de sus versos.
El año 2019 ha sido muy prolífico en cuanto a creación, con la reciente publicación, además, del CD “Sonido y Palabra” de la Revista Sibila nº 57. ¿Dentro de toda tu producción, hay alguna obra que haya supuesto un hito personal o profesional? ¿Y alguna formación instrumental específica o instrumento solista con los que te sientas especialmente cómoda trabajando?
Sí, el 2019 ha sido un año estupendo dentro de mi desarrollo creativo. El CD “Sonido y Palabra” es, de algún modo, el punto de llegada de un profunda reflexión creativa. Creo que Juan Carlos Marset y Patricia Ehrle realizan una labor insustituible a través de la edición de la revista Sibila, una revista que es un regalo para cualquier persona sensible al arte. Por ello formar parte de la historia de esta revista es un honor que agradezco profundamente.
En relación a tu primera pregunta diré que, en efecto, en toda vida creativa hay obras que, como dices, suponen un hito personal o profesional. Hay en mi producción obras que, de alguna forma, son un punto de inflexión, pues siento que me han permitido avanzar más adecuadamente que otras en la conquista de un lenguaje propio. Tal es el caso de Ecos del pensamiento, de 1994, Siluetas sobre fondo de silencio, de 1998, El destino de Euterpe, del año 2002, Nadiyama, del 2011, Llueven estrellas en el mar, del 2018, o Más allá del horizonte, del pasado año, 2019.
Y en cuanto a tu segunda pregunta… no creo que haya ningún instrumento o formación instrumental que a priori me haga sentir más o menos cómoda; lo que sí me atrae es cualquier instrumento o grupo instrumental con los que pueda trabajar con hondura porque estén comprometidos con la música de su tiempo, y esto, más allá del cariño que les tengo como seres humanos –porque son personas magníficas-, es lo que me ha ocurrido con el Ensemble Opus 22.
Tu música se caracteriza por una enorme sutileza sonora y expresividad, en la que se tiene la sensación de escuchar un cuidado lienzo sonoro y donde todo un mundo de lenguajes y sentidos afloran. ¿Es la orquesta el “instrumento” más idóneo para poder explorar estas cualidades al máximo?
Bueno… ¡¡ojalá fuera como dices!! Yo, a lo sumo, me atrevo a decir que soy una eterna buscadora de lo sutil y, en mi opinión, el camino para llegar a tal destino puede ser cualquiera; la orquesta ofrece, lógicamente, un camino enorme de posibilidades, pero cualquier combinación tímbrica es susceptible de alcanzar el reino de lo sutil…
Planteamientos filosóficos, lenguajes como la pintura o la propia poesía, tal y como hemos comentado anteriormente, tienen mucha importancia dentro de tu obra y estética. Para ti, ¿suponen el punto de partida inicial, como concepto capaz de transformarse en sonido o es el sonido el que, al ser trabajado como un material sensible, se transmuta en voz u otro tipo de sensaciones cromáticas?
Interesante pregunta nada fácil de responder… Albert Camus afirmaba que si el mundo fuera claro el arte no existiría. Si esto es así, si concedemos al arte la maravillosa tarea de iluminar espacios de nuestra existencia, la música -como la poesía, la pintura o cualquier otro arte- puede ser punto de partida para esa “iluminación”, puede ser creadora de sentido; y, sin duda, cuando las artes interactúan entre sí su capacidad iluminadora puede ser mucho mayor.
En todo caso creo que cualquier manifestación artística puede estar al inicio o al final del camino y cualquier camino puede recorrerse en dos direcciones.
Sabemos las dificultades que tiene el desempeño de la labor musical en nuestro país. ¿Tienes la impresión de que tu música se recibe de la misma manera dentro de nuestras fronteras que en el extranjero?
No me atrevo a dar una respuesta categórica. Me he encontrado con públicos cálidos tanto dentro como fuera de nuestro país. Es cierto que hay países donde la música recibe un sustento que no le ofrece España, pero eso es una asignatura pendiente que, poco a poco, tenemos que paliar entre todos… Ojalá los políticos comprendan de una vez que apostar por la educación y la cultura es la única manera de crear un mundo que merezca la pena. Y mientras llega ese momento, nos seguiremos dejando el corazón en las aulas y la vida en la creación. Sea como sea, la necesidad de crear está por encima de cualquier otra consideración…
¿Cuál es tu percepción desde el ámbito de la pedagogía respecto a las futuras generaciones de compositoras?
Mi percepción es muy positiva. Veo mucha ilusión en los estudiantes de composición, en ellas y en ellos (el número de mujeres compositoras –antes escaso- va creciendo en las aulas). Y esto es así porque, como decía antes, la necesidad de crear está generalmente por encima de los avatares que la vida nos trae. Por eso los sueños de la mayor parte de los jóvenes que estudian Composición luchan intensamente por llegar a ser una realidad. Nuestra responsabilidad, como docentes, es facilitar ese camino.
¿Cuáles son tus próximos proyectos, si se pueden confesar?
Hace un par de semanas he terminado una obra para tres percusionistas como parte de un proyecto maravilloso: “Damas y Diosas en el Museo” –que se presentará dentro del Festival Ellas Crean en la próxima primavera- y que incluirá el estreno de cinco obras de nueva creación inspiradas en cinco Damas o Diosas del Museo Arqueológico Nacional (en Madrid) y en los cinco magníficos poemas que en torno a dichas imágenes ha escrito la poeta Nuria Ruiz de Viñaspre. Yo he elegido una pequeña escultura de bronce fundido (del s. I d. C) que representa la diosa romana Venus. La obra está ya en mano del Trío Moiras, que estrenará todas las piezas.
Por otra parte, estoy actualmente trabajando en una pieza para órgano que se estrenará en agosto en la Quincena Musical de San Sebastián e iniciando también un obra para orquesta que ha de estrenarse en la primavera del 2021.
Más información sobre Alicia Díaz de la Fuente: www.aliciadiazdelafuente.com